¿Por qué autoeditarse?


Me llamo Santiago Pajares y tengo casi 34 años. "La lluvia de Ionah" es el quinto libro que publico, el primero autoeditado. Muchos me preguntan qué lleva a un autor que ya ha entrado en el círculo editorial a salirse de él para autopublicarse. En estas líneas intentaré explicar el porqué.

Publiqué mi primer libro, "El paso de la hélice", con 25 años, en lo que parecía ser el comienzo de una prometedora carrera literaria. Una editorial pequeña pero con grandes proyectos que se decidió a tirar 10.000 ejemplares (cuando una tirada normal en aquella época eran 3000) para cubrir todos los puntos de venta. En Madrid tuvo una distribución muy buena y buenas ventas, no así en el resto de España, donde no sabemos por qué, no se llegó apenas a distibuir. Tardamos mucho tiempo en darnos cuenta de esto, y cuando lo hicimos la vida del libro (3 meses,lo que aguanta en la mesa de novedades) ya había pasado. Y claro, sobraron muchos de esos ejemplares, que quedaron guardados en un almacén. Vendí unos 6000 libros, cifra bastante respetable para haberse movido en apenas una ciudad.

Al firmar el primer libro me hicieron un contrato para el segundo (aún por escribir) y me dieron un pequeño adelanto de dinero. Ya era oficialmente un escritor publicado y me podía dedicar a mirar a los demás por encima del hombro.

Mi segundo libro "La mitad de uno" se publicó dos años después, con una tirada más pequeña, 5000 ejemplares. La edición fue muy mala, con muchas erratas y fallos fruto de la mala vida sentimental del corrector en ese momento. Este mal comienzo no sentó bien y se hizo una publicación tímida, con poca promoción y no demasiado bien distribuida. Las ventas fueron alrededor de 1500 libros.

Escribir un libro me puede llevar entre un año y un año y medio. Digo esto para dar a entender que es mucho esfuerzo para que luego una suma de errores lo lleven al traste.

En mi tercer libro "El lienzo" me planté y dije que si no se hacían las cosas mejor, no lo publicaría con mi editorial, pero ellos me tenían una sorpresa: Se habían aliado con un gran grupo editorial (el mismo grupo que atiborró las librerias con "El código da Vinci) para la edición, de manera que mi editorial se ocupaba de la parte editorial y el grupo de la impresión y distribución. Parecía que íbamos para adelante, pero no. El grupo se dedicó a ponerlo en las mesas, publicar la ficha en su página web y sacudirse las manos. Se vendieron menos de 1000 libros.

Hay que decir que gracias a un librero amigo al que le gustaban mis libros y al entusiasmo de su amigo traductor japonés (el traductor al japonés de Cortazar, nada menos) se consiguió traducir y publicar mi primer y tercer libros en Japón, con el orgullo que eso confiere.  Y pensé en ese momento que si la venta en España no era buena, quizá podría hacer que arrancara en otros países.

De cada libro me he llevado entre el 8% y el 10%. Cobrado con casi un año y medio de retraso respecto a las ventas (cuando no me han dado un adelanto, nunca superior a 2000€). El librero se lleva alrededor de un 35% (que en grandes grupos puede llegar hasta el 60%) y el distribuidor un 25%. Si exceptuamos ese adelanto, el autor es el último en cobrar.

Ya era un escritor publicado, entrevistado y traducido. Había hecho algunos viajes con el Ministerio de Cultura a otros países y me habían escrito muchos lectores felicitandome por mis escritos. Pero seguía sin poder, ni de lejos, vivir de la escritura, y la curva de progreso iba hacia abajo. ¿Qué podía hacer, entonces? ¿Qué haces cuando eres un escritor profesional pero tu profesión no es escribir?

En ese momento, de forma amigable y sincera, decidí romper con mi editorial. Había escrito un nuevo libro "La lluvia de Ionah" que me era muy especial y no estaba dispuesto a tirarlo por la borda. Intenté ponerme en contacto con grupos editoriales que me merecían respeto y enviarles el manuscrito, pensando que con mis libros publicados y dos traducciones al japonés, no me sería imposible. Pero las editoriales que contestaron (no todas, ni mucho menos) rechazaron el manuscrito con muy buenas palabras.

Así que me senté y pensé que hacer. No sabía bien cómo hacer las cosas bien, pero llevaba muchos años viendo hacerlas mal. Sabía que la vida de un libro depende de la buena visibilidad en las mesas de novedades de los grandes comercios (Casa del libro, fnac, corte inglés, carrefour, librerías L) y de la publicidad que se le haga, y ambas cosas cuestan dinero. Dinero que no tenía, por otro lado. No podía hacer una impresión de 4000 libros para tratar de distribuirlo. ¿Y si no se distribuyese bien? ¿Y si el libro tuviera erratas y me acabara comiendo los ejemplares? Entonces llegué a la conclusión de que no podía jugar con los grandes siguiendo sus reglas, porque me machacarían. Había que cambiar no sólo las reglas, sino el juego.

Porque no podemos llamarlo industria editorial si hay menos de 5 autores españoles que viven de las ventas de sus libros. Llamémosle de otra forma. Llamémosle hobby editorial.

Porque hay demasiadas cosas en la industria editorial que no pueden ser: No puede ser que un libro cueste en papel 21€ y en digital 17€ (cuando se suprimen tantos intermediarios). No puede ser que los libros duren tan poco en las tiendas que no de tiempo a funcionar al boca a boca. No puede ser que pidas un libro a una distribuidora y tarden un mes en traerlo. No puede ser que los lectores lean todos los tres mismos libros al año. No puede ser que los empleados de las grandes superficies que recomiendan libros no lean. No puede ser que el autor sea el último en cobrar de la cadena. No pude ser que la empresa que gestiona los derechos de traducción de mi libro al japonés cobre más que yo por enviar dos mails (contados). No puede ser que algunos periodistas a los que les envies libros para hacer reseñas los vendan a librerias. No pueden ser que se publiquen tantos libros malos y que los buenos queden enterrados en la montaña. No puede ser que el sector editorial se escude siempre en la piratería de los libros digitales para justifcar el descenso de ventas.
No puede ser.

Así que planeé otra cosa. Casi diez años después de la publicación de mi primera novela y harto de esperar a que me descubrieran, decidí publicar "La lluvia de Ionah" yo mismo, haciendo una inversión de menos de 1000€ en la impresión (esto era otro año sin vacaciones). Aprovechar las impresiones digitales (frente al offset de los grandes grupos) para sacar una primera edición de 200 libros. Así, si algo va mal, no me comeré demasiados ejemplares. Así, si hay alguna errata, podré corregirla en la segunda edición. ¿Y cómo lo venderé? Por internet y en las librerias que de verdad estén interesadas. En papel y en digital. A precios razonables. A 12€ en papel y 3 € en digital (sin DRM). Con gastos de envio gratuitos. Firmado y envuelto, si el cliente quiere. Que le tarde dos días en llegar a su buzón. Que además de este libro pueda vender en mi misma web todos los anteriores, más baratos, en digital y en papel.

Contacté con una maquetadora y una diseñadora amiga me ayudó con la portada. Repasé y repasé y repasé el exto.  Se me fueron sumando amigos y haciendome favores. Le puse una fuente de letras grande para que fuera amable de leer. Me pegué con la imprenta y las versiones de prueba. Sufrí mucho y aprendí muchísimo más.

El plan es poner todo el esfuerzo en internet y darle al libro todo el tiempo que necesite. Que mientras haya alguien que lo quiera comprar, yo se lo pueda vender, aunque hayan pasado años desde la publicación. No tengo prisa. Que al eliminar intermediarios pueda yo ganar más y que el cliente pague menos. Que pueda dar un trato más personalizado e intentar conseguir más traducciónes a otros idiomas. Tener más reseñas en blogs. Darle al libro al menos la oportunidad de fracasar, pero que si es así, sea mi fracaso a mi manera, no a la que me dicten otros.

Que al final, al final del todo, pueda, al menos, aspirar a vivir de escribir.

¿Cuánto pagarías por tener un libro firmado de un autor que te guste? ¿Y si lo pudieras regalar dedicado a un amigo? ¿No sería un detallazo?

Dicho esto quiero decir que el trato con mis editores siempre ha sido bueno. Han tenido problemas como tantas otras empresas pequeñas, y lo han hecho lo mejor que han podido. Sé que se han esforzado mucho.Es sólo que a veces el juego es demasiado grande. También he de decir que he conocido a fantásticos libreros que hacen más por la cultura que muchos ministerios. Gente que pone su esfuerzo e ilusión en vender los libros que le gustan y satisfacer al cliente. Libreros que también sufren desde el otro lado los mismos rigores del mundo editorial.

Esta es mi apuesta, y me juego mucho. Me juego mi futuro como escritor. Y a la larga, entre todos, el del sector editorial. Porque la gente seguirá escribiendo, pero si no buscamos mejores formas de conectar con el público, lo perderemos.

Si me compras "La lluvia de Ionah" o alguno de mis otros libros me ayudarás a que siga escribiendo. Y quién sabe, quizá algo de lo que haga te guste. O quizá no. Después de todo, no todos los libros pueden gustar a todo el mundo.

Santiago Pajares. Febrero 2013.

www.santiagopajares.com


1 comentario:

  1. Muy buena entrada. El sector editorial a la larga perderá a sus autores y a sus lectores si siguen haciendo las cosas de la misma manera. Te deseo mucha suerte con tu iniciativa.

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